Revisa tu escala de valores si quieres subir al Everest

En una reciente conversación con un gran amigo, surgió el asunto de que si debes o no considerar tu trabajo como un hobby. La opinión de mi amigo, que comparto, es que lo que debes hacer es intentar que tu hobby se convierta en tu fuente de ingresos, y no ver tu trabajo como un hobby (porque, para mí, eso implica conformarse con lo que tienes, aunque no te guste).

La siguiente pregunta que se planteó, y quedó sin respuesta, fue qué sucede si, a pesar de tener esa visión que ambos compartimos, aun necesitas tener un trabajo para ganar dinero. O de otro modo: si mi trabajo actual no es lo más me llena, ¿cómo lo hago para poder dejarlo y dedicarme a lo que de verdad me hace feliz? El presente post no es más que mi respuesta, totalmente personal y para nada objetiva. Para quien le interese.

Me he hecho mil veces esa misma pregunta, hasta que he entendido que limitarse a hacérsela una y otra vez equivale a esperar esto

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Una actitud pasiva antes esa pregunta equivale a esperar una pastilla roja que nos muestre el camino de manera mágica. Por hacer el simil alpinista que da título a este post, hacerse la pregunta es esperar el teleférico que nos lleve del campamento base del Everest a la cima. Y eso sucede porque no tenemos clara nuestra escala de valores (al menos, es lo que me pasa a mí).

Quien decide subir al Everest, decide abandonar la seguridad y el confort de su campamento base por un camino en el que puede morir congelado, perdido o enterrado por un alud. Como recompensa… Estar en la cima del Everest. Para muchos, claramente insuficiente. Pero lo que está claro es que esa persona no espera la pastilla roja. Ni siquiera se molesta en preguntar por ella. Simplemente, decide y actúa. Y cuando decidimos, hacemos otras dos cosas de manera indirecta:

  • Renunciar a algo
  • Exponer nuestra escala de valores

¿Estás dispuesto a renunciar a la seguridad?, ¿es más importante para ti obtener algo que deseas mucho que poder llegar a perder lo que tienes ahora?, ¿a qué estás dispuesto a renunciar? Esas son, en mi opinión, las preguntas correctas.

Dejemos el simil a un lado. Volvamos a una situación típica. Una persona que desea hacer algo, como cambiar su trabajo por otro que le realice más. Puede que crear su propio negocio, y vivir de sus ingresos. O simplemente, vivir haciendo lo que más le gusta y mejor se le da, como podría ser un futbolista, un escritor, un actor, etc. La persona que se enfrenta a ese dilema, puede encontrarse con miedos como…

… Es que no puedo dejar mi trabajo, porque si lo hago, a ver cómo pago la hipoteca. Me puedo ver obligado a vender la casa. Y perder dinero haciéndolo. Eso si no me la quita el banco.

Correcto. Te puede pasar.

… Es que tengo una pareja que puede no aceptar mi nuevo modo de vida. A lo mejor consigo que se divorcie/separe de mí.

Correcto. Te puede pasar.

… O incluso peor. Puede que ya tenga hijos, y tomando este riesgo, les ponga en una situación de necesidad. O tal vez simplemente mi pareja se separe de mí, y deje de verlos, les tenga que pasar pensión, etc.

Correcto. Te puede pasar.

En función de lo que estés buscando, esos escenarios son no solo posibles, sino altamente probables. Si aun sabiéndolo, decides tirar hacia adelante, es porque has revisado tu escala de valores, y la has reorganizado. El problema es que a lo mejor la has revisado tarde. Y hasta puede que otras personas paguen por ello.

Si en su momento decidiste comprometerte con otro estilo de vida más conservador, ¿no puede significar que realmente es eso lo que te hace feliz, y solo te hace ilusión una foto en la cima del Everest?

Llegar a esa conclusión es responsabilidad de cada uno. Yo tome mi decisión en su momento.

 

 

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